Papa Francisco
(Jorge
Mario Bergoglio)
Análisis
grafológico de su personalidad
En el área intelectiva cuenta con una mente clara y un
juicio recto que le posibilitan ver las cosas en su justa medida. Si bien se
aprecia una marcada sensibilidad, ésta no le lleva a tener apreciaciones
subjetivas, pues su razonamiento siempre está al mando. Capta las ideas de
manera instantánea, debido a esa percepción dada por su sensibilidad innata, y
después las pasa por la criba de todo un proceso reflexivo, donde delibera,
concatena ideas, las madura, profundiza, procurando llegar siempre al fondo de
las cuestiones, y desde ahí alcanza sus conclusiones.
Ese cariz sensible de su personalidad, que su mente
disciplinada conduce adecuadamente, le aporta toda una riqueza de matices en lo
que percibe, permitiéndole captar sensaciones, sentimientos y tonalidades que a
otros les pasan inadvertidas.
Como en el resto de los campos de su personalidad, donde organiza,
planifica y ordena, lo mismo hace en la faceta del intelecto, estructurando muy
bien sus ideas. Es atento en todo lo que hace y no puede ser menos en sus
pensamientos. Eso le facilita el aprendizaje y la aprehensión de cada concepto.
Se advierte en el pontífice una intensa curiosidad
intelectual. Es un hombre siempre deseoso de seguir aprendiendo, de pensamiento
profundo que le incita a encontrar respuestas a todo, a llegar al fondo, a buscar
los porqués.
Su pensamiento es pragmático, muy encaminado a hallar
respuestas para solucionar problemas.
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En el campo del trabajo, es una persona vital, en permanente
actividad.
Disciplinado, inicia su labor planificándose, sopesando las
prioridades, jerarquizándolas y luego, se mantiene perseverante en lo que ya ha
planificado.
Con un elevado sentido de la responsabilidad, encara sus
tareas con la percepción de no poder lograr todo lo que se propone, dado el
nivel de autoexigencia que se coloca a sí mismo. No obstante, sólo es una
percepción inicial, porque el coraje, la fuerza interna, su nivel de disciplina
y su persistencia en todo lo que emprende hace que, finalmente, logre alcanzar
su objetivo sobradamente, sin haberse dejado debilitar por los obstáculos que se
haya encontrado por el camino.
Es cuidadoso y concienzudo en lo que hace y no suele
dispersarse cuando se pone ante sus responsabilidades. Ello hace que su
productividad sea alta y su acabado sea esmerado.
De modo innato tendería a la acción más rápida y a las
decisiones más prontas, pero en el Santo Padre, por encima de todo, prima la
prudencia, la disciplina y el método. Así pues, sus impulsos quedan refrenados y
supeditados a lo que considera es lo más juicioso.
La motivación de su actividad está muy impulsada por la
ayuda a las personas. Las necesidades humanas y la búsqueda activa de la
solución a ellas son el motor que le mueve.
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En las relaciones interpersonales es una persona cálida de
corazón y correcta en las formas.
Muy capaz de relacionarse de modo profundo con las personas
y de mantener vínculos sólidos a lo largo del tiempo. Estamos ante un ser
humano leal en sus afectos y sensible en sus contactos.
Esa sensibilidad suya le hace tremendamente empático, es por
ello que entiende y comprende desde lo más profundo el sentir de los otros. Y,
si bien, se ha dicho anteriormente, que controla muy bien sus impulsos
moderando su comportamiento, en el terreno afectivo, cuando palpa una necesidad
humana, no siempre se detiene a reflexionar, si no que se lanza a la acción de
ayudar inmediatamente.
La corrección, que es el sello de su comportamiento en todas
sus facetas, le mantiene en una actitud siempre respetuosa con las normas, con
las personas, con las formas…
Humilde y sin necesidad de protagonismo, se mantiene feliz concentrado
en sus trabajos, investigando y aprendiendo siempre. Su acercamiento a los
demás se produce llamado por su corazón generoso que se dona para ayudar. Ahí
se producen vínculos afectivos solidarios.
Su carisma religioso no está enfocado a la actitud
espiritual-contemplativa, sino que está muy a pie de tierra, enfocada a la
resolución de problemas.
Su personalidad viva, empática, curiosa y perspicaz sale a
la luz a través de su sentido del humor. Un humor fino e inteligente por el que
aflora esa viveza interior refrenada por la adecuación a las normas.
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Para finalizar podríamos agruparlo en dos facetas:
Aptitudes innatas: Inteligencia viva, sensibilidad,
capacidad de análisis y profundización, vivacidad de carácter, decisión, gusto
por la cultura y el aprendizaje, empatía, humildad, perseverancia, perspicacia
y sentido del humor.
Actitudes adquiridas: Fuerte sentido del orden y la
disciplina, obediencia y adecuación a los distintos ambientes y a sus normas, gobierno
sobre sus impulsos, dominio sobre sus opiniones y freno sobre su curiosidad e
impaciencia.
Esta aleación canaliza las capacidades naturales que el Santo
Padre traía en su equipaje de vida, guiándolas hacia un aprovechamiento óptimo
de las mismas y a una adecuación esmerada a los ambientes por los que transita.
Análisis grafológico realizado por Mª Ángeles Arteaga Pinto
(Muestras gráficas cedidas por Julio Cavalli)